Los libros como fuente de conocimiento, forma de experiencia o medio para imaginar lo desconocido. Y con ellos la figura del lector y del acto de lectura como una voz interior que surge en la intimidad. Frente a la estridente exaltación del instante actual en la sociedad de la información, la imagen en silencio de la joven lectora ensimismada frente a un solitario pupitre que invita a la lectura.
En esta instalación la palabra –y su escritura– se evoca como jardín o paraíso, al igual que la biblioteca y el laberinto lo eran para Borges. Ese jardín de naturaleza frondosa que se muestra en las fotografías murales es el espacio simbólico de la palabra que imaginó el poeta José Ángel Valente. Un jardín –una biblioteca– cuyo enigma no es otro que el tiempo que ya no se despliega de forma lineal ni uniforme sino en una red de temporalidades divergentes, convergentes y paralelas… como los laberintos de la memoria.
Jardines de la memoria
Videoproyección, mesa, silla y lámpara
Dimensiones variables
Jardines de la memoria
Fotografía a las sales de plata, metacrilato y dibond
70 x 180 cm
Sin título # 1
Sin título # 2
Sin título # 3
Sin título # 4
Sala Ferreres, Centre del Carme Cultura Contemporània, Valencia, 2019
Sala Ferreres, Centre del Carme Cultura Contemporània, Valencia, 2019
©Ana Teresa Ortega